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Feingold (1994) ha publicado un extenso meta-análisis en la revista de mayor impacto en psicología, Psychological Bulletin, sobre diferencias de personalidad entre sexos (véase Colom, 1998, para mayores detalles). En él considera tanto estudios de laboratorio (realizados entre 1958 y 1992) como datos de estandarización de varios inventarios de personalidad (desde 1940 a 1992). Este importante meta-análisis señala que, en promedio, los chicos parecen ser más asertivos y poseer mayor autoestima, mientras que las chicas se muestran más extrovertidas, ansiosas, confiadas y cordiales. No parecen existir diferencias en ansiedad social, impulsividad, actividad, reflexividad, lugar de control y organización.
Con todo, las diferencias señaladas son bastante reducidas, exceptuando las favorables a las chicas en cordialidad y las favorables a los chicos en asertividad. Ello es consistente con la idea de que, en promedio, los chicos son habitualmente más instrumentales, mientras que las chicas tenderían a ser más expresivas, puesto que la asertividad y la cordialidad son medidas prácticamente puras de instrumentalidad y expresividad, respectivamente. Los resultados de este meta-análisis transmiten un importante mensaje: en promedio, las chicas tenderían a presentar una mayor facilidad para gestionar sus emociones, por lo que es posible que los modos de educar la emocionalidad inteligente pudiera ser distinta en alguna medida según el sexo.
En este sentido, Hall (1978) revisó 75 estudios en los que se comparaba la habilidad de los chicos y de las chicas para juzgar las emociones a través de indicadores no-verbales (rostro, cuerpo y signos vocales). En un 84% de los casos se observó una mayor eficacia de las chicas. Ellas también parecían ser más empáticas que los chicos. Por consiguiente, es posible que los mismos métodos de alfabetización emocional no funcionen igual de bien en chicos y en chicas. Veamos seguidamente, como simple ilustración, algunos ejemplos sobre la gestión emocional en niñas y en niños:
Ejemplo 1: se pide a una persona, el Mensajero, que observe unas diapositivas diseñadas para provocar una reacción emocional. A una segunda persona, el Observador, que no puede ver las diapositivas, se le pide categorizar la respuesta emocional del mensajero observando su expresión facial. Los resultados indican que, generalmente, las chicas mensajeras comunican sus emociones con mayor efectividad a los observadores (Buck et al., 1974).
Ejemplo 2: se midió la conductividad eléctrica de la piel y la tasa cardiaca. Esos registros psicofisiológicos sugerían que los chicos tendían a interiorizar las emociones, mientras que las chicas las exteriorizaban con relativa facilidad. El proceso de interiorización supone una mayor reacción fisiológica y una menor reacción visible (conductual), mientras que el proceso de exteriorización conlleva una menor reacción fisiológica y una mayor reacción visible.
Ejemplo 3: en las investigaciones realizadas por Harter (1975 a y b) se exploraron dos conceptos clave: la motivación para resolver un problema y la necesidad de aprobación. La motivación para resolver un problema se definió como el deseo de resolver problemas complejos simplemente para descubrir cuál era la solución. Harter valoró el grado de motivación calculando el tiempo empleado por el sujeto para resolver dos tipos de tareas: resoluble con facilidad e irresoluble. La necesidad de aprobación se valoró comparando el tiempo dedicado a resolver la tarea cuando se trabajaba aisladamente o en presencia de un experimentador que iba dando mensajes verbales positivos. Se observó que el rendimiento de las chicas estuvo influido por la presencia del investigador, lo que fue considerado como signo de una mayor expresividad.
En suma, estos tres ejemplos parecen indicar que, efectivamente, las chicas poseen una mayor facilidad para gestionar sus emociones. Si esto es así, probablemente, promover la inteligencia emocional a través de la práctica docente exigirá al profesional de la educación la capacidad de adaptarse a sus alumnos según su sexo. Sin embargo, debemos aprovechar esta afirmación para transmitir una importante nota de precaución: no necesariamente un chico tenderá a interiorizar sus emociones por el hecho de ser chico, ni necesariamente una chica tenderá a exteriorizar con facilidad sus emociones por el hecho de ser chica. Por tanto, ser chico o ser chica solamente hace más probable una mayor facilidad o dificultad para exteriorizar las emociones, pero en ningún caso asegura que esto vaya a ser así (Colom, 1998).
Autores: Roberto Colom y Manuel Froufe. Facultad de Psicología. Universidad Autónoma de Madrid.
Fuente: Colom, Roberto y Manuel Froufe (s.a.), Inteligencia emocional: cómo aplicarla en la práctica docente, en Cuadernos Educativos Santillana,Indexnet Santillana, programa de apoyo al profesorado, http://www.indexnet.santillana.es/rcs/_archivos/primaria/biblioteca/cuadernos/comoap~1.pdf
Interesante y muy acertado el tema para la reflexión y práctica docente.
excelente!!!! como hago para obtener las revistas?
Estimada Gilda, hemos subido un pdf con links a la edición Nº 4 de nuestra PIZARRA Santillana. Muchas gracias por tu interés.
Todo lo expuesto tiene mucha consistencia en lo que es la inteligencia emocional y como dberiamos como docentes abordarla en el aula y tambien podemos aplicarlo con nuestros compañeros de trabajo y hasta en casa... no pude bajar la version pdf. me gustaria tenerla
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